Existe constante maltrato físico y psicológico a los niños y jóvenes habitantes de calle, algunos niños viven debajo de los puentes y estos son maltratados por miembros de la fuerza pública con líquidos que pueden quemar su piel y ocasionar heridas serias y profundas.
Un psicologo dice que la violencia y la agresión son comportamientos contractuales del habitante de la calle. Son agresivos hasta el punto de que no se dejan tocar porque sienten que van a ser agredidos. Su comportamiento termina siendo preventivo porque en la calle es difícil la supervivencia: se presentan conflictos por cosas muy pequeñas, a toda hora se pelea por la comida y siempre tienen que andar pidiendo; por eso actúan agresivamente. Pero la agresividad de un niño que vive en circunstancias tan precarias, no valida por ningún motivo ser víctima de comportamientos igualmente agresivos, atentan dramáticamente contra su bienestar físico.
Según algunas fuentes dicen que hay personas que llegan a donde viven estos niños vestidos de negro que según estos son guardías privados y aún así maltratan a los niños y jóvenes que andan pidiendo comida, a más de esto los catalogan como ladrones.
Una señora que trabaja con niños habitantes de la calle, afirma que “hay una tipificación de estos niños, porque las personas que los agreden ya tienen claro cuáles son los niños de calle (los identifican) y así no estén haciendo nada los persiguen para maltratarlos. Es una actitud generalizada de fastidio.”
Dice que la problemática que afrontan los niños habitantes de la calle es cultural. “Se trata de la mirada que tenemos frente a lo que no nos es normal. A los niños de la calle se les ve como una enfermedad: no son productivos para la sociedad y están todo el tiempo consumiendo. Como son diferentes, generalmente hay una mirada de distanciamiento. Siempre persiste el estereotipo de que los niños habitantes de la calle son una amenaza.”
Pensar en soluciones es intentar hacer ejercicios de acuerdos entre unos y otros, porque finalmente, “lo que uno esperaría es que todos pudieran coexistir”, afirma Méndez. “Nosotros tratamos de trabajarles (a los niños de la calle) que no sean agresivos, pero al final esto es una paradoja porque no se sabe quién empezó a ser agresivo con quien.
Dice que la problemática que afrontan los niños habitantes de la calle es cultural. “Se trata de la mirada que tenemos frente a lo que no nos es normal. A los niños de la calle se les ve como una enfermedad: no son productivos para la sociedad y están todo el tiempo consumiendo. Como son diferentes, generalmente hay una mirada de distanciamiento. Siempre persiste el estereotipo de que los niños habitantes de la calle son una amenaza.”
Pensar en soluciones es intentar hacer ejercicios de acuerdos entre unos y otros, porque finalmente, “lo que uno esperaría es que todos pudieran coexistir”, afirma Méndez. “Nosotros tratamos de trabajarles (a los niños de la calle) que no sean agresivos, pero al final esto es una paradoja porque no se sabe quién empezó a ser agresivo con quien.
Según se puede deducir que los culpables no son los niños de la calle sino las personas que crean estereotipos con solo verlos, existen niños a quienes no hay como ayudarlos ya que estan bajo los efectos de sustancias estupefacientes y es muy difícil acercarse a ellos.
Fuente: Página niñosdepapel.org.
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